MUPY nuestra primera mascota.
jasu2022-09-12T21:50:30+00:00
La historia comienza en 2014. Era un día laboral cualquiera, aparentemente sin novedades.
Una trabajadora anunció que había un gato amarillo escondido en unos de los muebles de la empresa. Los gatos vagabundos, generalmente, no se acercan al humano a menos de que tengan hambre o estén enfermos.
Cuando fuimos a verlo, era evidente que no se sentía bien.
El gato tenía dificultades para respirar, porque tenía el hociquito abierto y respiraba por la boca, como cuando un humano tiene gripa y no puede respirar por la nariz. Cada vez que respiraba se oía algo en su interior; parecía muy congestionado. Pero lo más impactante de todo era ver que lloraba. Cuando ocasionalmente cerraba los ojos, derramaba una lágrima grande y redonda por ojo. Nunca habíamos visto a un gato llorar, por eso sentimos la necesidad de ayudarlo.
Lo dejamos en el veterinario, con la amarga sensación de que posiblemente no sobreviviría. Pero fuimos sorprendidos gratamente cuando, unos días después y mediante llamada telefónica, el veterinario nos dijo que el gatico amarillo se había recuperado de una neumonía severa que casi lo mata. La sorpresa se convirtió en incertidumbre cuando el veterinario nos dijo que no tenía espacio para adoptarlo, y que debíamos pasar por él para ayudarle a conseguir hogar.
Una de nuestras familiares, la única que en el momento no tenía mascotas, aceptó casi a regañadientes cuidar al gato por un par de días. Pero el gato, como si hubiera sido advertido, se propuso conquistar a sus cuidanderos. Y lo logró. Tres días en la casa de paso se convirtieron en cuatro, en una semana, en diez días. En su hogar.
-¿Y qué nombre le vamos a poner al gato? -pensamos todos cuando fue oficial su adopción en la familia-. Pues como llego a Muplast, deberíamos ponerle Mupy.
Hoy Mupy, el gato amarillo con blanco, lleva 8 años en la familia. Es el integrante peludo más dócil y tranquilo. Y es nuestra inspiración para diseñar productos que le permitan vivir bien y feliz.